Imagina caminar por las calles de Aviñón, una ciudad que, aunque tranquila hoy en día, fue el corazón palpitante de la cristiandad en otro tiempo. En el centro de la ciudad, se alza el imponente Palacio Papal, una fortaleza medieval que guarda secretos de un pasado fascinante. ¿Por qué, en una ciudad francesa, se estableció la residencia de los papas durante más de 70 años?
Todo comenzó en el siglo XIV, cuando la sede papal se trasladó de Roma a Aviñón, una decisión sin precedentes que marcó un periodo turbulento en la historia de la Iglesia Católica. Este traslado fue consecuencia de un conflicto entre el Papa Bonifacio VIII y el rey Felipe IV de Francia, un enfrentamiento que no solo alteró el curso de la historia eclesiástica, sino que también cambió el poder político en Europa. A tan solo unos años de haberse declarado el primer Jubileo en 1300 (sobre el cual profundizaremos en un próximo blog), Aviñón pasó a convertirse en la capital espiritual del mundo católico.
Bonifacio VIII, un Papa decidido a consolidar la autoridad de la Iglesia, proclamó en 1296 que los gobernantes terrenales no podían intervenir en los asuntos de la Iglesia. Esta declaración desató una serie de tensiones con los reyes europeos, especialmente con Felipe IV, conocido como “El Hermoso” por su regio porte. Felipe IV, un monarca de fuerte carácter, buscaba consolidar el poder de la corona, un objetivo que chocaba de manera directa con las aspiraciones de Bonifacio VIII.
Para entender el trasfondo, recordemos que ya en el pontificado de Inocencio III (1198-1216), se había formulado la teoría de las «Dos Espadas», que postulaba la existencia de dos poderes divinos: el poder espiritual, conferido al Papa, y el poder terrenal, conferido a los monarcas. La idea de Inocencio era clara: el poder espiritual debía prevalecer sobre el terrenal, lo que implicaba que la autoridad papal debería superar la de los reyes. Aunque la teoría no prosperó en su momento, bajo Bonifacio VIII, la bula Unam Sanctam proclamó la supremacía papal en todos los asuntos, tanto espirituales como temporales.
Este desafío no pasó desapercibido para Felipe IV, quien respondió imponiendo un pesado tributo al clero para financiar la guerra contra Inglaterra, lo que afectó directamente las finanzas del Vaticano. Como reacción, Bonifacio VIII emitió una bula en la que prohibía, bajo amenaza de excomunión, la imposición de impuestos sin su consentimiento. La batalla ideológica entre ambos se intensificó, y Felipe IV acusó al Papa de herejía, un conflicto que se extendió más allá de las fronteras de la política y la religión, con intrincadas alianzas y conspiraciones.
El conflicto culminó en un giro decisivo: el traslado de la sede papal a Aviñón, un evento conocido como el “Cautiverio de Babilonia”. Durante este periodo, siete pontífices residieron fuera del Vaticano, pero esta época, lejos de ser un simple exilio, dio lugar a un florecimiento cultural y económico en Aviñón, cuyas huellas permanecen vivas en la majestuosidad de sus castillos medievales y en su célebre tradición vinícola.
Bajo el papado de Juan XXII, Aviñón alcanzó la cúspide de su riqueza y poder. La ciudad se consolidó como un centro de comercio y cultura gracias al rígido sistema de impuestos y la llegada de mercaderes florentinos. Durante este período, la Iglesia católica se fue consolidando aún más en el norte de Europa y Aviñón se mostró como el lugar ideal para mantener la sede papal. La decisión final para construir el imponente Palacio Papal fue tomada por el Papa Benedicto XII, quien ordenó su edificación en la ciudad. Este majestuoso edificio, que aún se alza como testigo de la grandeza de la época, marcó la influencia de Aviñón hasta 1376, cuando el Papa Gregorio XI decidió regresar definitivamente a Roma.
Este fascinante capítulo de la historia te invita a un viaje cultural a través del tiempo. En nuestro recorrido por Provenza, tendrás la oportunidad de explorar Aviñón, una ciudad que fue testigo de este episodio histórico único y que hoy destaca entre los grandes lugares turísticos de Francia. Junto a la sommelier Alejandra Naranjo, no solo descubrirás los vestigios de la antigua sede papal, sino también la rica tradición vinícola de la región, famosa por el célebre vino Châteauneuf-du-Pape.Si te preguntas qué hacer en Francia más allá de París, Aviñón es una joya para el turismo en Francia.
Ven y vive de primera mano la historia, la cultura y los sabores de una de las regiones más emblemáticas de Europa. Te invitamos a caminar por las huellas de los papas, disfrutar de la arquitectura medieval y saborear el legado de una región que ha sido testigo de siglos de historia.